martes, 8 de marzo de 2011

Por el derecho de réplica de Noelle.

La historia la cuentan los vencedores, me dijo una vez una maestra,que aparentemente era muy poco docta en las historias de amor no correspondido. Yo pienso y pienso y no se me ocurre ninguna, a menos que, aquel que la cuenta se asuma como vencedor por haber logrado escapar de las garras malignas de ese monstruo llamado desamor.

Las historias de desamor nos las platica el herido, el que tiene la necesidad de hablarnos del dolor que le consume por dentro, de su sufrimiento, de su entrega desmedida por el ser amado que nunca valoro su cariño. Pero como en toda historia, acá también hay dos versiones, la de la victima y el victimario. Conocemos sus versiones, coreamos sus canciones, lloramos con sus historias, y nunca nos enteramos de verdad si la contraparte era esa persona descorazonada que rechazó la felicidad que el otro le ofrecía.

He maldecido por años a una tal Noelle que no tenía el menor interés en un ‘teenage dirtbag’ y que ahora que lo pienso, tampoco estaba enterada de la existencia de este caballero. Sin embargo, el muchacho afirma con certeza que la señorita en cuestión no sabe lo que se está perdiendo con su rechazo. ¿Qué pensará Noelle de su canción?, no sé si la haya conmovido y si sepa que se trata de ella. No nos queda más que imaginarlo porque Noelle nunca tuvo derecho de réplica.

Estoy segura que muchas de las personas a las que les ha tocado el papel de verdugo sentimental, no son esas frías y crueles que escuchamos o ni siquiera son reales, como la Dulcinea, que en realidad se llamaba Aldonza.

A mi me ha tocado ver la otra cara del desamor, esa donde la frase ‘no te quiero como tu quieres’ se queda en las primeras tres palabras a oídos del que no encuentra la respuesta que esperaba. También sé que de ese lado se siente otro tipo de rechazo, el que viene con ‘si no es como yo quiero, entonces no me interesa’.

Cuántas historias hemos dejado de escuchar de personas que al igual que el ‘no correspondido’ están heridas por no poder corresponder, por ver el dolor de un ser querido que sufre y que no hay manera de consolar. Cuántas amistades no se han ido a la quiebra por no saber entender que el cariño existe, sólo que no va en la misma dirección. Cuáles son las razones por las que la persona decide no corresponder, nunca sabemos. El desamor es una calle de doble sentido y es más fea que Avenida Aztecas.

¿Qué les hace pensar que Noelle está condenada al infierno por no saber de la existencia de un muchacho que la ve pasar todos los días en la escuela mientras escucha Iron Maden?  

Soportar las consecuencias propias de ser el malo de un cuento que está contado a la mitad, es una situación injusta para Noelle y todas las personas en esa condición. Yo no sé quien le dijo a los dolidos que por sólo hecho de tener el corazón roto son los únicos que sufren o que experimentan un rechazo por la misma situación en sentido contrario.

Yo creo que Noelle se merece derecho de réplica, tal vez así tendríamos más ‘With a little help from my friends’ y menos ‘Cold hard bitch’.

lunes, 7 de marzo de 2011

Pronóstico del tiempo: nos llueve sobre mojado

Abra su paraguas, que por acá está lloviendo desde hace varios días, meses, años, yo que sé. El caso es que nos llueve sobre mojado. Alguna vez vi una película en la que la lluvia no paraba por meses. Después de algún tiempo los encharcamientos dejaron de ser triviales y los estragos se convirtieron en catástrofes que no había como parar. Cabe aclarar que esto no era para nada el tema central de la película, solo parte de la trama en la que aparecía una monja que todos los días ayunaba para que Dios parara las lluvias.

De no ser porque entra en razón, a la pobre monja la hubiera consumido la inanición. Ni sus ruegos, ni sus plegarias, ni su ayuno pudieron parar la lluvia. No recuerdo muy bien en qué acaba la historia o si dejó de llover, pero tampoco es importante, la monja, la lluvia y sus ayunos solo pasaron por mi cabeza al ver que a mi alrededor no para de llover.

En pocos meses las malas noticias han llegado una tras otra, no solo para la que con su impermeable les platica, sino también en la vida de gente que quiero y que es muy importante para mi. Me chocan los dichos y las frases hechas, ahora les explico por qué con un sencillo ejemplo: ‘Después de la tempestad viene la calma’, ¿De veras?, ¿y eso a mi, qué chingados?, ¿de qué me sirve la promesa de mares en calma, si por el momento no tengo ni puta idea de cuánto vaya a durar la tempestad  o si cuando pase vaya a quedar algo de mi para disfrutar la calma comiendome una paleta de limón?

La lluvia a mi alrededor me enfurece y me quita el sueño, todas las noches llego a mi cama y en cuanto cierro los ojos se aparecen millones de signos de interrogación: ¿por qué?, ¿por qué a mi o a (inserte el nombre del ser querido, generalente muy buena persona)?, ¿qué cosa tan terrible nos trajo este karma?, ¿y si no hubiera ido?, ¿y si hubiera llamado más temprano?, en fin sobra aclarar que ninguna de estas interrogantes viene acompañada de su respectiva respuesta y tampoco veo en donde encontrarlas. Entonces me acuerdo de la película y la monja muerta de hambre y la lluvia que no cesaba.

Lo que la monja nunca entendió, es que las lluvias iban a parar en el momento que tuvieran que parar, y que el poder de su fe era independiente a las circunstancias, que además estaban completamente fuera de su control. Estos días me he sorprendido varias veces siendo la monja; tropezándome con jicaritas que les pongo a las goteras, exprimiendo jergas, secando pisos, improvisando techos, con la soberbia de quien cree que lo tiene todo bajo control, con la impotencia de estar consciente de un campo de acción limitado y con la frustración de no poder echar culpas, porque hay situaciones que simplemente no son culpa de nadie.

El jueves pasé por un momento horrible, me lo guardé en secreto y preferí no decir nada, ignorar la lluvia y seguir caminando. Entonces llegó alguien –que no considero ni remotamente cercano- y me dio un abrazo, fuerte. No arregló nada, no hizo el momento menos jodido, no dejó de llover, la situación era la misma, yo estaba parada en el mismo lugar  pero por alguna razón yo ya estaba en otro lado, hasta sonreí. Y entonces encontré una (no)respuesta a mis preguntas. Como buena (no)respuesta, no resuelve nada pero tampoco se me ocurre nada más. No se cuando pare de llover, ni tampoco si va o no a llegar la muy ansiada calma; lo que sí sé es que no nos queda mas que disponer nuestros brazos como refugio seguro.

Esta no era para nada la segunda entrada que tenía pensada para este espacio, ya había un par de cuartillas a medio terminar en mi escritorio que nada tenían que ver con sentimentalismos en la raya de lo empalagoso, sin embargo encuentro urgente hacer una parada de emergencia para hacer proselitismo a favor del amor como paliativo a las lluvias, a las inundaciones y a las presas desbordadas.

Cantares 8:7 (cortesía de mi subconsciente y mi educación cristiana), dice que las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Yo no sé, considero que tengo fe, pero los ayunos prolongados son muy poco recomendables para los niveles de azúcar en la sangre, así que mientras la lluvia pasa, aquí mismo hay mucho amor para quien sé que necesita un abrazo/flotador, eso y una canción de Travis.