viernes, 25 de febrero de 2011

Yo no vine a decir nada.

Yo no vine a decir nada y no porque no tenga nada que decir. No pretendo escribir historia ni poesía, ni contar de cómo es el mundo ni dar lecciones de nada, por eso este espacio es un (No) Recetario, después de todo ¿quién soy yo para andarles recetando?.

Este compendio de líneas no es más que una colección de observaciones relatadas sin objetividad ni imparcialidad y que cuentan de cómo, la que escribe, se enfrenta a lo cotidiano sin dejar de sorprenderse, aterrarse y hacerse bolas dando vueltas en círculos.

Si pudiera pedir un deseo, sería tener un manual de instrucciones para todo, por aquello de no cagarla innecesariamente. Confieso que los buscadores web me resuelven una cantidad de dudas importante, ¿cómo llegar a Agrarismo y José Martí?, ¿cómo interpongo una demanda en contra del gobierno de la Ciudad por reventar mi llanta en un bache?, ¿cómo hacer para que mi mamá me trate como adulto?, ¿cómo me comporto como adulto?, ¿cómo hacer que mis jeans se hagan grandes?, ¿cómo hacerme más chica para caber en mis jeans?, ¿cómo me despego un chicle de las trenzas sin cortarme el pelo?, ¿cómo dejar llorar picando cebolla?, ¿cómo dejar llorar por todo lo demás?. Aún así hay respuestas que no encuentro o preguntas que no se como se me ocurren y es entonces cuando lamento no tener un instructivo.

Este es entonces mi compendio crónicas cotidianas, que como único propósito tiene estar ahí para cuando requiera la respuesta de una pregunta que en algún momento ya me hice. Dicen que quien no conoce la historia corre el peligro de repetirla, estoy segura que teniendo en cuenta experiencias anteriores cometeré exactamente los mismos errores, porque además de preguntona, soy necia, pero al menos lo haré con plena consciencia de que es por voluntad propia.

Más que un instructivo, éste es una recopilación de referencias que seguramente tendrán más bien forma de chiste de mal gusto, de debraye forever, de expresión pura de algo que viene de muy adentro, todas acompañadas por una carcajada. Versiones y diversiones de mi realidad vistas con filtros de colores, con espejos que distorsionan, con los ojos de quien se rie y llora de casi todo.

Así pues, (no)me enorgullece presentarles mi ‘(No) Recetario para picar cebolla’: retratos del (des)equilibrio, narraciones de la (in)coherencia, para el (dis)gusto de la que acá les cuenta y les comparte.