Es domingo y no quiero pensar, me duele la cabeza y juro que no es resaca. Llegaste a mi mente como llegas todos los domingos, y los miércoles y los viernes que no salgo y mis noches de insomnio y mis ratos de ocio. No, este no es un patético momento de anhelo romántico, no te recuerdo con melancolía, ni te quiero de vuelta, lo único que quiero es que me regreses mi reproductor de DVDs que de idiota dejé en tu casa ese día junto con mi película de Grandes Esperanzas, que ni siquiera te gustó.
El precio de un reproductor de DVDs oscila entre los 500 y los 1500 pesos, dependiendo de la tienda, la marca, algunas funciones extras como Karaoke -quiero un DVD con Karaoke-, en algunas tiendas de electrodomésticos me ofrecen mensualidades sin intereses como de 150 pesos, incluso he platicado con algunos de mis amigos de esta situación y amablemente se han ofrecido a prestarme uno por tiempo indefinido, pero yo quiero ese que te presté, porque me lo regaló mi abuela cuando se fue a vivir al asilo y porque en ningún otro lado he encontrado el mismo DVD Conia -chino, además-, que tenga letritas moradas en el display.
Alguna vez escuché a un afamado locutor de radio diciendo ‘lo que te deben tus exnovias (os), son deudas que nunca cobras, pero de las que siempre te acuerdas’***, ahí tienes, obvio no vas a leer esto y mucho menos te voy a buscar solicitándote amablemente que dejes el aparato con mi barista de confianza para que yo pase a buscarlo cuando vaya por café. Así que con estas líneas, pretendo dejar ir de una vez y para siempre mi DVD Conia de letras moradas en el display que me regaló mi abuelita cuando se fue a vivir a su tan amada casa de retiro, donde cabe aclarar, no lo extraña ni un poquito, es más, yo creo que ya olvidó que tuvo algún día un DVD que su nieta perdió por bruta.
Después de estas últimas líneas, con una vibra mucho más ligera por sentir que ya no me debes nada, me alegro porque ya viene Navidad y en mi lista de regalos estará un reproductor de DVD, de preferencia con leds morados o con Karaoke, otra copia de Grandes Esperanzas y la promesa de no volver a sacar mis aparatos eléctricos de donde pertenecen. Dicho esto, querido, considéranos a mano.
***Nota al pie: Junto con esta reflexión enlisté los objetos pertenecientes a mis exnovios que guardo. Todos los artículos de la lista, con excepción de las sudaderas, están a disposición de sus dueños. En caso de que estén leyendo y me hayan recordado en alguna ocasión extrañando más sus pertenencias que mis brazos, siéntanse con la confianza de solicitarlas.
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