(No) Recetario para picar cebolla
Relatos absurdos de lo patético y lo extraordinario.
viernes, 14 de febrero de 2014
lunes, 5 de noviembre de 2012
Cheap poetry for a gloomy Monday.
Little girl
lost, holding on to what is left
a monster
torn it all apart
and turned
out it was herself
Little girl
lost fantasizing on the past
when the
stars where so bright
and she
stared at them until she was left blind
Little girl
lost dealing with the aftermath
of a psychedelic world and
the magic
she drowned herself in
Little girl
lost in a void that is so deep
even when
she cries out loud
nobody can
hear
Little girl lost waking up from a bad dream
fearing of closing her eyes again
for she could swear that it was real
Little girl
lost reaching for a hand
that is no longer to be found
lunes, 1 de octubre de 2012
Obituario a mi calzado.
Jubilé a las botitas, le anuncié con tristeza a mi amigo Juan José, que me saludaba después de acordarse de mí y del juego más imbécil
que existe en el planeta que para referenciar llamaremos, Caballero.
Caballero consiste en sentar a varios borrachos alrededor de una mesa en el
momento en el cuál su agilidad mental sea cuestionable, pero que aún permita
que funcionen al mismo tiempo capacidad lingüística y coordinación motriz.
La explicación
escrita resulta absolutamente confusa, pero se trata de enredar entre
movimientos y palabras al compañero de junto para que entre cada error sea
apodado con un nombre ridículo que conforme avanza el juego se vuelve más
largo, impronunciable y por demás faltoso. El juego, como ya dije es bastante estúpido, sin embargo la maravilla consiste en que la diversión a costa de la
dignidad del prójimo es inolvidable y los participantes comparten
en sus corazones tiernos motes como Puerca Snake, Papaya Jugosa Suculenta, Mampo
Querendón, entre otros que prefiero no mencionar por respeto a los aludidos.
Botitas Atascadas es todo lo que
recuerdo de un apodo gigantesco con el que fui bautizada en Tiburón, un
aguardiente tradicional de San Cristóbal de las Casas que se puede conseguir
por unos modestos 30 pesos el litro en cualquier tienda de abarrotes del pueblo.
Con el paso de los años, Botitas sigue siendo sobrenombre con el que aún mis
queridos amigos los biólogos me llaman cariñosamente.
El par de botas que me
valieron el apodo, son uno de los pares de zapatos más entrañables que han acompañado
mis pasos. De niña siempre me gustó echar a perder calzado fino brincando en
charcos. Esas botas de lluvia fueron el regalo tardío de mi infancia que me
llegó como premio de consolación cuando por ahí del 2009 mi entonces novio me dijo
regresando de un viaje que se iba a vivir a otro país pero que me compró
unas botas de hule. Después de todo, ¿quién necesita un novio, cuando tiene unas
botas de colores sumergibles en todo tipo de pozas urbanas?
Mis botas, en incontables
ocasiones estuvieron y me mantuvieron a salvo, aguantaron
fríos polares, cruzaron el río Lacantún un par de veces, me acompañaron en
varios deberes a cubetazo limpio, caminaron conmigo éste y otros continentes,
aguantaron lodazales inimaginables de conciertos con tormenta, hasta que un día
hace poco murieron de manera muy poco elegante en una lluvia mediocre de la colonia
Roma Norte.
Era un domingo en la tarde, y como
toda tarde de domingo que se respete no tenía absolutamente nada que hacer , la
lluvia constante desde horas antes me había frustrado el plan de ir a caminar y
por un café. La culpa de la muerte de mis botas fue en parte de mi refrigerador de soltera generalmente
vacío y en parte de la tarde lluviosa que dictaba
películas con su respectiva dotación de chatarra. Para mi mala suerte la lluvia
mediocre se había juntado con la mediocre labor de desazolve de coladeras de la
delegación Cuauhtémoc. Las banquetas eran pequeños estanques que para mis botas
no representaban un reto, pero no conté con la nula visibilidad del agua
mezclada con el lodo de las jardineras y cualquier tipo de mugre en la que
prefiero no pensar.
La impermeabilidad de mis botas
sólo llega hasta la altura de las botas que en esta ocasión, no era la altura de
las circunstancias, así que tuve que hacer algunas maniobras complicadas para
brincar hacia los lados más bajos de los charcos.
Logré impecable el camino de ida
hacia la tienda de abarrotes, compré mis palomitas y refresco gigantes y me
dispuse a caminar la misma ruta antes descrita de regreso. La falta de visibilidad
hizo que mi pie cayera en un hoyo de profundidad insólita y quedara atorado,
muy atorado. Después de un forcejeo brusco sentí como la temperatura de mi
cuerpo cambiaba al mismo tiempo que mi pie izquierdo flotaba dentro de mi bota,
herida de muerte a una cuadra de mi edificio.
Cuando le dije a JuanJo que había
jubilado LAS botitas respondió: ‘que tengan un ocaso de su vida digno’, creo que tiene
razón y dadas las condiciones en las que tuve que sacarlas de circulación les
escribo estas líneas con agradecimiento y nostalgia por los pasos que ya no
daremos juntas.
miércoles, 27 de junio de 2012
Luzverde.
Había una vez en una ciudad caótica
una mujer histérica que tenía prisa todo el tiempo. Una tarde salió corriendo a
una junta, iba tarde, como siempre. -Periférico... lateral o carriles
centrales?. Lateral, avanza en chinga, todo bien. Cruzó Pedregal, San Jerónimo,
Altavista... ¡mierda!, los coches se detuvieron por completo, no avanzaba. Le
tomó más de 20 minutos llegar hasta Las Flores y no había manera de moverse
hacia ningún lado con mejores resultados. Golpeó el volante con fuerza, se pegó
a la bocina, le gritó a la señora de junto que intentaba cambiarse de carril en
una camioneta dos veces más grande que su coche bloqueando el paso por
completo.
El
calor era insoportable y los diez minutos que había adelantado su reloj
intencionalmente la presionaban aún más. 5:48(5:38), ¡Chingada, tenía
que estar ahí hace 8 minutos y no voy a lograrlo antes de las 6:00! Su celular
comenzó a sonar con insistencia y la ansiedad era insoportable. Cada vez más la
inundaba el sentimiento de impotencia que sólo producen las ganas de moverse
sin éxito y con presión, como cuando se te sube el muerto, como dicen. Pasaron
otros 18 minutos y el semáforo de Barranca del Muerto, donde tenía que dar
vuelta se veía a unos metros, vio como la luz del semáforo cambiaba de verde a
amarilla y de amarilla a roja unas cuatro veces hasta que por fin estaba cerca
de la esquina. -Dos coches, sí paso, sólo dos coches.
La luz del semáforo cambió a
rojo de nuevo y los autos que estaban delante de ella lograron pasar, en ese
momento, un limpiaparabrisas se paró abruptamente en medio de la calle justo
frente a ella, haciendo imposible que avanzara ignorando la señalización.
-!Putamadre! El limpiaparabrisas se recargó sobre el cofre de su coche, y
estuvo a punto de mojar el cristal con el agua que contenía la botella que
traía en las manos. Ella, furiosa, lo miró directo a los ojos como quien quiere
golpear con rabia a la persona que está enfrente. ¡NO!, no traigo, gritó
tajante. El muchacho ignoró su gesto y con fuerza comenzó a verter el agua en
el cristal en forma de un corazón gigante, se acercó a la ventana. -Señorita,
con una sonrisa basta. La luz cambió de nuevo a verde.
Fin.
jueves, 23 de febrero de 2012
De puentes.
Hoy de nuevo escuché esa canción donde Cerati agradece los puentes, entre eso y el Capítulo 93 de Rayuela me puse a pensar sobre estas estructuras que sirven para conectar dos puntos, acortar distancias, solucionar accidentes geográficos y obstáculos físicos.
Según información que recibí de fuentes pertinentes, los puentes tienen su origen en la prehistoria. Posiblemente el primer puente de fue un árbol caído que usó un hombre para conectar las dos orillas de un río. También utilizaron losas de piedra para arroyos pequeños cuando no había árboles cerca. Los siguientes puentes fueron arcos hechos con troncos o tablones y eventualmente con piedras, usando un soporte simple y colocando vigas transversales.
La mayoría de estos primeros puentes eran muy pobremente construidos y raramente soportaban cargas pesadas. Fue esta insuficiencia la que llevó al desarrollo de mejores puentes, en fin, cada vez la modernidad fue ayudando al hombre para hacer estas estructuras más eficientes y seguras.
La mayoría de estos primeros puentes eran muy pobremente construidos y raramente soportaban cargas pesadas. Fue esta insuficiencia la que llevó al desarrollo de mejores puentes, en fin, cada vez la modernidad fue ayudando al hombre para hacer estas estructuras más eficientes y seguras.
A pesar de ser cosas que pueden parecer comunes y triviales, no dejan de sorprenderme. En mi último viaje a la playa por la Autopista del Sol, el único tramo de carretera que recuerdo lúcidamente fueron los gigantescos puentes que anuncian las vacaciones y que siguen produciendo la misma emoción que me daba cuando era niña.
Mis favoritos son los puentes colgantes, me divierte muchísimo brincar sobre ellos y escuchar crujir la madera, me encanta el vértigo de ver para abajo y sentirme segura sobre cada tabla, pero al mismo tiempo me aterra pensar que pasaría si alguna de las partes en su estructura deja de funcionar y yo caigo irremediablemente hacia lo que sea que este debajo.
Recuerdo feliz las veces que crucé caminando el puente de Brooklyn, todas como si fuera la primera, observando con muchísimo cuidado cada detalle, cada persona y el paisaje urbano de mi lugar favorito en este planeta.
A pesar de que mis conocimientos en ingeniería estructural son francamente limitados ,me ha tocado construir mis propios puentes, como a todo el mundo. Ahí está la maravilla, lo que más me gusta de los puentes es que no son privilegio de los estudiados, ni están en función de que tengan una utilidad práctica o real, están ahí para que pase lo que sea que tenga que pasar.Y también es ahí donde radica su dificultad y su riesgo. Maravillosas dualidades.
Los puentes no aparecen de la nada, se construyen, se trabajan y se aseguran. A veces los derrumbes son inminentes. Cortázar dijo que le atormentaba un amor que le sirve de puente porque se sostenía de un solo lado y Cerati agradece el puente que le permitía cruzar hacia algún lugar.
¿Y yo? Yo no dejo de asombrarme, de mirarlos con vértigo y de cruzar los dedos.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Regrésame mi DVD, cabrón.
Es domingo y no quiero pensar, me duele la cabeza y juro que no es resaca. Llegaste a mi mente como llegas todos los domingos, y los miércoles y los viernes que no salgo y mis noches de insomnio y mis ratos de ocio. No, este no es un patético momento de anhelo romántico, no te recuerdo con melancolía, ni te quiero de vuelta, lo único que quiero es que me regreses mi reproductor de DVDs que de idiota dejé en tu casa ese día junto con mi película de Grandes Esperanzas, que ni siquiera te gustó.
El precio de un reproductor de DVDs oscila entre los 500 y los 1500 pesos, dependiendo de la tienda, la marca, algunas funciones extras como Karaoke -quiero un DVD con Karaoke-, en algunas tiendas de electrodomésticos me ofrecen mensualidades sin intereses como de 150 pesos, incluso he platicado con algunos de mis amigos de esta situación y amablemente se han ofrecido a prestarme uno por tiempo indefinido, pero yo quiero ese que te presté, porque me lo regaló mi abuela cuando se fue a vivir al asilo y porque en ningún otro lado he encontrado el mismo DVD Conia -chino, además-, que tenga letritas moradas en el display.
Alguna vez escuché a un afamado locutor de radio diciendo ‘lo que te deben tus exnovias (os), son deudas que nunca cobras, pero de las que siempre te acuerdas’***, ahí tienes, obvio no vas a leer esto y mucho menos te voy a buscar solicitándote amablemente que dejes el aparato con mi barista de confianza para que yo pase a buscarlo cuando vaya por café. Así que con estas líneas, pretendo dejar ir de una vez y para siempre mi DVD Conia de letras moradas en el display que me regaló mi abuelita cuando se fue a vivir a su tan amada casa de retiro, donde cabe aclarar, no lo extraña ni un poquito, es más, yo creo que ya olvidó que tuvo algún día un DVD que su nieta perdió por bruta.
Después de estas últimas líneas, con una vibra mucho más ligera por sentir que ya no me debes nada, me alegro porque ya viene Navidad y en mi lista de regalos estará un reproductor de DVD, de preferencia con leds morados o con Karaoke, otra copia de Grandes Esperanzas y la promesa de no volver a sacar mis aparatos eléctricos de donde pertenecen. Dicho esto, querido, considéranos a mano.
***Nota al pie: Junto con esta reflexión enlisté los objetos pertenecientes a mis exnovios que guardo. Todos los artículos de la lista, con excepción de las sudaderas, están a disposición de sus dueños. En caso de que estén leyendo y me hayan recordado en alguna ocasión extrañando más sus pertenencias que mis brazos, siéntanse con la confianza de solicitarlas.
jueves, 11 de agosto de 2011
Good Night and Good Luck.
I was standing in Metro Station, quiet and still, I would lie if I said I wasn't nervous. I looked cool but inside I was shaking. Those past few days had been crazy, i was wondering what was taking him so long, for a minute I even thought about going back to the Metro and forget about the whole thing, after all our bus to New York was leaving later that night and we had to go all the way back downtown on time.
Shady Grove is the red line's first/last stop and it takes you about 50 minutes to get all the way down to Metro Center, downtown Washington DC. I thought he might be picking us up at te other exit and probably he was waiting there for the last half hour, so I went looking for him. As I walked over the parking lot looking for someone I haven't seen in so long I started getting all these old memories back, just as in every other place we visited that day.
Seven years before, I was standing right a the same place thinking about how sad would be to be back home and leave that wonderful city behind.I was there for about 15 months that were just enough time to embrace it as my hometown. The only thing I knew for sure back then was that my future was completely uncertain, I mean, I had a plan but I wasn't very excited about it, most of all for the things I found there and were giving me a really hard time when I thought of leaving them all behind.
When I got back to the spot we were suposed to meet, he was there and I felt chills down my spine, I was so happy to see him, we said hello just like in any movie scene, we ran, we hugged, he even picked me up and spin me around a bit and as soon as I got into the car he said 'Are you still wearing the same perfume? You smell exactly the same'. I was shocked because that whole day I had been thinking about all the smells and the memories they brought back. The 36 hours I spent in DC were such a trip, it felt like the city was constantly trying to seduce me with the smell of every single place I was in, Dupont Circle, The National Mall, Georgetown, even the Metro were speaking to me through my nose, reminding me vividly of the person I was in 2003.
We were on his car driving the same highway just talking about how stupid and inmature and happy and passionate we were, telling old stories, thinking about the songs we used to play and the places we used to go to, even laughing nervously about the horrible things we did to each other and finally managed to forgive. We talked about that one time when we were just gonna elope in some random court house so we could stay together and be the love of each other's life, of course it would have been only for the next couple of years and it probably would have ended in a horrible divorce and hating our fucking guts forever.
We were just kids and we loved each other the way you only love someone when you are young and stupid and willing to screw up your entire life just to keep feeling that high that you can only get when you combine love, passion, innocence and fucked upness whirling around your body at the same time. That night as I held his hand while he was driving that highway, smelling exactly the same, I was 19 again and suddenly felt that runawaywithme high, just like before, just like if we were late at night sitting in his car singing Just like heaven by The Cure, or walking up M Street holding hands, or sitting by the Capitol Building watching the sunset, or going to Flower Hill Starbucks up in Geithersburg to meet our friends Mark and Robyn, it was like every other day in some other random life lost in space and time.
Man, I got to say, if I could feel that high again when being with someone, this time I would totally go with it and run away, the thing is that as I said before, you only get that feeling when you are young, passionate and pretty stupid, and don't get me wrong, I consider myself a very passionate woman and I can be pretty stupid at times, but I'm not that young anymore. I know he felt it too because he just keep saying 'this is so surreal' all night long, and for that I'm forever grateful.
Anyhow, when we finally made it downtown we tried to find a place to have dinner and drinks, we had barely an hour before catching the bus. Everything was going as planned until we found out that we were in a complete different part of town and there was no possible way we could ever make it on time. We just had missed our bus to NYC and we were stuck in DC. As crazy as he's always been, he kindly offered to drive us all the way up there, but I figured it was just part of the previously described feeling and we were lucky enough to find another bus that same night, well, not exactly it left at 5am, so we did what we know best, we partied the night away.
Missing the bus was probably the best thing that could ever happen in that trip, we talked for hours, played pool and had Jaggerbombs until we were shitfaced and every single bar in town was closed, we drove all around town, visited the Jefferson Memorial and ended up having late dinner/early breakfast where the seducing smells made their final act with a cup of coffee and a wonderful apple pie.
As he drove us to the bus stop, he was so excited he told us that he would definitely come up and meet us in NY, he was even going to take off work and all. We said goodbye with the warmest hug ever.
When I got on the bus and all the smells were gone and I came down from the crazy trip they got me in, I thought about the girl I used to be and the woman I am now, I'm a completely different person but yet the same deep inside. I was happy I went back even if it was just for 36 short but yet completely meaningful hours. Before the bus left I looked out the window, waved goodbye, took a final glance and said, DC it's been such a pleasure, but I belong somewhere else.
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